
Evangelio Diario y Meditación
Jesús instituyó a doce para que estuvieran con Él
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio:
Evangelio según San Marcos 3,13-19.
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.
Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
+Meditación:
(Iluminando el sentido de las Escrituras con los Santos, los Padres de la Iglesia y el Magisterio)
San Jerónimo
El Señor ha amado la porción bella de Jacob ( Sal 46), y así como los doce son colocados sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, así también en grupos de tres y de cuatro deben velar cerca del tabernáculo del Señor y llevar sobre sus hombros el peso de su palabra.
El que ataca varonilmente a la perdición, para que tenga siempre en sí la respuesta de la muerte, y esté siempre su alma en sus manos.
Este nombre quiere decir el hijo del que suspende las aguas, a saber, de aquel que dijo: «Y mandaré a las nubes no lluevan gota sobre esta viña ( Is 5,6)». Pero el nombre de hijos de Dios se adquiere por la paz y el amor de los enemigos: «Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios» ( Mt 5,44), y luego dice: «Amad a vuestros enemigos, para que seáis hijos de Dios”.
El que es gratificado con dones, porque no sólo ha alcanzado del Señor la remisión de sus pecados, sino el privilegio de ser inscrito en el número de los apóstoles. «Y Tomás», que significa abismo, porque es uno de los que aclaran las cosas profundas que se refieren a Dios.
«Y Santiago, hijo de Alfeo», esto es, del docto o del millar, porque a su lado caerán mil ( Sal 60). Este es otro Santiago, cuya lucha no es contra carne y sangre, sino contra las maldades espirituales ( Ef 6). «Y Tadeo»; es decir, prudente o que tiene corazón, o que guarda su corazón con todo cuidado ( Prov 4).
San Bernardo
Cantar de los Cantares, 84, 1.5
“De noche busqué al amor de mi alma.” (Ct 3,1) ¡Qué bien tan grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor. El primer don de Dios no se añade a nin
guna virtud, porque no hay virtud anterior a este don de buscar a Dios. ¿Qué virtud se podría atribuir a aquel que no busca a Dios, y qué límite poner a la búsqueda de Dios? “Buscad siempre su rostro” dice el salmo (104,4) Yo creo que incluso cuando se le haya encontrado no cesaremos de buscarlo.
No se busca a Dios corriendo hacia alguna parte sino deseándolo. Porque la felicidad de haberlo encontrado no apaga el deseo sino, al contrario, lo agranda. El colmo de la alegría…es más bien como aceite sobre el fuego, porque el deseo es una llama. La alegría será colmada (Jn 15,11) pero el deseo no tendrá fin, y tampoco la búsqueda…
Pero, que cada alma que busca a Dios sepa que Dios se le ha adelantado, que es buscada por él antes que ella se haya puesto en movimiento para buscarle. ..A esto os llama la bondad de aquel que os precede y os busca y os ha amado el primero. Pues, si no hubieseis sido buscados nunca os hubierais puesto a buscarle. Si él no os hubiera amado primero no lo amaríais. El os pasó delante, no por una gracia única sino por dos gracias: por el amor y por la búsqueda. El amor es la causa de la búsqueda. La búsqueda es el fruto del amor y es también la prueba del amor. A causa del amor no teméis de ser buscados. Y porque habéis sido buscados no seréis amados en vano
+Comunión Espiritual:
De Santa Margarita María Alacoque: “Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.