Evangelio Diario y Meditación

Evangelio Diario y Meditación

1 de enero de 2017 Desactivado Por Regnumdei

«Tú eres mi Hijo querido, en quien tengo puesta mi complacencia”

+Santo Evangelio

Evangelio según San Marcos  1, 7-11. 

En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo: «En pos de mí viene el que es más fuerte que yo: ante el cual no soy yo digno de postrarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado en agua; mas El os bautizará en el Espíritu Santo». Y sucedió en aquellos días que vino Jesús de Nazaret a Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y subiendo luego del agua, se le abrieron los cielos y vio bajar al Espíritu de Dios en forma de paloma y posar sobre El. Y se oyó una voz del cielo que dijo: «Tú eres mi Hijo querido, en quien tengo puesta mi complacencia”

+Meditación

San Crisóstomo

Puesto que preparaba otro bautismo, viene al bautismo de San Juan, que era incompleto respecto al suyo. Y sin embargo era también distinto del de los judíos, como si fuera un término medio entre ambos. Así, pues, por la naturaleza del bautismo, manifiesta que no se bautiza para obtener el perdón del pecado ni por la necesidad de recibir al Espíritu Santo. De ambas cosas carecía el bautismo de San Juan. Fue bautizado para que se hiciera manifiesto a todos, para que creyeran en El, y para que toda justicia hallase su plenitud por la observancia de los mandamientos, ya que se había mandado a los hombres que recibiesen el bautismo del profeta.

Se abren para que de los cielos se conceda la santificación a los hombres, y para que lo terreno se una a lo celestial. Se dice también que el Espíritu Santo bajó sobre El, no como si viniese a El por primera vez ya que jamás lo abandonó, sino para manifestar que éste era el Cristo que predicaba San Juan, señalado a todos como con el dedo de la fe.

+Oración

Sea yo,  Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.

Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.

(Santa Teresita del Niño Jesús)