Evangelio Diario y Meditación

Evangelio Diario y Meditación

8 de diciembre de 2016 Desactivado Por Regnumdei

Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. 

Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio:

Evangelio según San Lucas 7,24-30. 

Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 

¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. 

¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. 

El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. 

Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él. 

Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. 

Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos. 

+Meditación:

San Ambrosio

Y aun cuando a la mayoría afemine el cuidado del vestido muelle, sin embargo, parece que aquí se significa otra clase de vestido, a saber, los cuerpos humanos con los que se visten nuestras almas. Así, los vestidos muelles son los placeres y las costumbres regaladas. Por consiguiente, aquellos que deleitan sus miembros con los placeres, desterrados son del reino de los cielos. Los príncipes de este mundo y de las tinieblas se apoderan de ellos, pues éstos son los reyes que dominan a los emuladores de sus obras.

Preparó el camino al Señor no sólo cuando iba a nacer según la carne, naciendo antes que El y siendo su precursor, sino también precediéndolo en su gloriosa pasión. Por lo que sigue: «Que preparará tu camino delante de ti». Pero si Jesucristo es profeta, ¿cómo puede decirse que San Juan es el mayor de los profetas? Fue el más grande entre los nacidos de mujer no virgen. Fue mayor que todos éstos, con quienes pudo igualarse en el modo de nacer. Por lo que sigue: «Por tanto, yo os digo, que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta, que Juan el Bautista”.

Eusebio de Cesárea, Comentario Isaías 40

      “Voz del que clama en el desierto: Preparad una ruta al Señor, allanad los caminos de nuestro Dios” (Is 40,3). Esta palabra muestra claramente que los acontecimientos profetizados no se cumplieron en Jerusalén sino en el desierto. La gloria del Señor aparecerá en el desierto. Allí todo el mundo conocerá la salvación de Dios (cf Is 40,5). Esto es lo que aconteció realmente, literalmente cuando Juan Bautista proclamó en el desierto del Jordán que la salvación de Dios se iba a manifestar. Ahí apareció la salvación de Dios. En efecto, Cristo en su gloria se dio a conocer a todos cuando fue bautizado en el Jordán… 

      El profeta hablaba de esta manera porque Dios tenía que residir en el desierto, este desierto que es inaccesible al mundo. Todas las naciones paganas eran desiertos del conocimiento de Dios, inaccesibles a los justos y a los profetas de Dios. Por esto, la voz clama para preparar el camino a la Palabra de Dios, de allanar la ruta inaccesible y pedregosa para que nuestro Dios que viene a habitar entre nosotros pueda avanzar por ella… 

      “Súbete a un monte elevado, mensajero de Sión; alza tu voz con brío, mensajero de Jerusalén…” (Is 40,9) ¿Quién es esta Sión,…la que los antiguos llamaron Jerusalén?… ¿No es, más bien, una manera de designar al grupo de los apóstoles, escogidos de entre el pueblo?  No es la que le tocó en herencia la salvación de Dios,…ella misma, situada en lo alto de la montaña, es decir, fundada sobre el Verbo único de Dios?  A ella encomienda…anunciar a todos los hombres la Buena Noticia de la salvación.

+Comunión Espiritual:

De Santa Margarita María Alacoque:  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.