Evangelio Diario y Meditación
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio
Evangelio según San Mateo 5,27-32.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
+Meditación:
San Juan Pablo II
Queridos jóvenes, me habéis hecho saber que a menudo consideráis a la Iglesia como una institución que no hace más que promulgar reglamentos y leyes… Y concluís que hay un profundo hiato entre el gozo que emana de la palabra de Cristo y el sentimiento de opresión que suscita en vosotros la rigidez de la Iglesia… Pero el Evangelio nos presenta a un Cristo muy exigente, que invita a una radical conversión del corazón, a un desasimiento de los bienes de la tierra, al perdón de las ofensas, al amor a los enemigos, a la paciente aceptación de las persecuciones e incluso al sacrificio d
e la propia vida por amor al prójimo. En lo que concierne al dominio particular de la sexualidad, se conoce la firme posición que ha tomado en defensa de la indisolubilidad del matrimonio e incluso en la pronunciada condenación en lo que se refiere al simple adulterio cometido en el corazón. ¿Se podría no estar impresionado frente al precepto de «arrancarse el ojo» o de «cortarse la mano» cuando estos miembros son una ocasión de «escándalo»?…
La licencia moral no hace felices a los hombres. De la misma manera la sociedad de consumo no trae el gozo del corazón. El ser humano no se realiza más que en la medida en que sabe aceptar las exigencias que provienen de su dignidad de ser creado «a imagen y semejanza de Dios» (Gn 1,27). Por eso, si hoy la Iglesia dice cosas que no gustan, es que se siente obligada a hacerlo. Lo hace por deber de lealtad…
¿Así pues, no será verdad que el mensaje evangélico es un mensaje de gozo? Al contrario ¡es totalmente verdad! Y ¿cómo es posible? La respuesta se encuentra en una palabra, una sola palabra, una palabra breve pero de un contenido ancho como el mar. Y esta palabra es: amor. El rigor del precepto y el gozo del corazón pueden perfectamente conciliarse. El que ama no teme el sacrificio. E incluso busca, en el sacrificio, la prueba más convincente aún de la autenticidad de su amor.
+Comunión Espiritual:
De Santa Margarita María Alacoque: “Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.
+Mes del Sagrado Corazón
Oración Inicial
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña, de continuo, tu adorable Corazón, te pido humildemente, la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo. Para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen ama y sirven. Mira que soy muy pobre dulcísimo Jesús y necesito de vos como el mendigo de a limosna que el rico le ha de dar, mira que soy muy rudo oh! Soberano maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia. Mira que soy muy débil, oh! Poderoso amparo de los débiles y necesito apoyarme en vos para no desfallecer. Sé todo para mí, Sagrado corazón: Socorro de mis miserias, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. Tú me alentaste y convidaste cuando con tan tiernos acentos dijiste, repetidas veces en tu Evangelio: “Venid a Mí, aprended de Mí, pedid, llamad…” a las puertas de tu corazón vengo hoy, y llamo, pido y espero. Del mío te hago formal y decidida entrega: tómalo vos, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer digno en le tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Oración Final:
¡Oh Jesús! Yo consagro mi corazón , colocadle en el Vuestro, pues sólo en Él quiero vivir y sólo a Él quiero amar; en vuestro Corazón quiero vivir desconocido del mundo y conocido de Vos solo, en este Corazón beberé los ardores del amor que consumirán el mío; en Él encontraré la fuerza., la luz, el calor y el verdadero consuelo. Cuando el mío esté desfallecido, Él me reanimará, cuando inquieto y turbado, Él me tranquilizará.
¡Oh Corazón de Jesús!, haced que mi corazón sea el altar de vuestro amor; que mi lengua publique vuestra bondad, que mis ojos estén siempre clavados en vuestra llaga; que mi espíritu medite vuestras adorables perfecciones; que mi memoria conserve siempre el precioso recuerdo de vuestras misericordias; que todo en mí exprese mi amor a vuestro Corazón ¡oh Jesús!, y que mí corazón esté siempre pronto a sacrificarlo todo por Vos.
¡Oh Corazón de María!, el más amable después del de Jesús, el más compasivo, el más misericordioso de todos los corazones, presentad a vuestro Hijo nuestra consagración, nuestro amor, nuestras resoluciones. Él se enternecerá a la vista de tantas miserias y nos librará de ellas; y después de haber sido nuestro refugio y nuestra protectora sobre la tierra, ¡oh Madre de Jesús! seréis nuestra Reina en el cielo. Amén.
V: ¡Sagrado Corazón de Jesús!
R: ¡En Vos confío!
V: ¡Oh dulce Corazón de María!
R: ¡Sed la salvación mía!
V: ¡Glorioso Patriarca San José!
R: ¡Rogad por nosotros!