EUCARISTIA, CORAZON DE LA VIDA CRISTIANA
Una menor atención al culto del Santísimo Sacramento es signo y causa del oscurecimiento del sentido cristiano del misterio…
Como cuando en la Santa Misa Jesús no es el centro, sino una comunidad atareada en muchas cosas, en lugar de estar recogida y dejarse atraer por lo único necesario: su Señor.
Benedicto XVI a los prelados de la Región Norte II de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, que acaban de realizar su visita «ad limina».
Hablando de la Eucaristía, el Papa recordó que constituye «el centro y la fuente permanente del ministerio petrino, corazón de la vida cristiana, fuente y cumbre de la misión evangelizadora de la Iglesia. Podéis comprender entonces la preocupación del Sucesor de Pedro por todo lo que pueda ofuscar el punto más original de la fe católica: hoy Jesucristo continúa vivo y realmente presente en la hostia consagrada y en el cáliz».
«Prestar a veces una menor atención al culto del Santísimo Sacramento constituye -dijo- un signo y una causa de oscurecimiento del sentido cristiano del misterio, como cuando en la Santa Misa Jesús no es el centro, sino una comunidad atareada en muchas cosas en lugar de estar recogida y dejarse atraer por lo único necesario: su Señor».
Benedicto XVI puso de relieve que «si en la liturgia no emerge la figura de Cristo, (…) no es una liturgia cristiana». Por eso, añadió, «qué lejos de todo esto se encuentran quienes, en nombre de la enculturación, caen en el sincretismo, introduciendo ritos tomados de otras religiones o particularismos culturales en la celebración de la Santa Misa». Como escribía el Venerable Juan Pablo II, «el misterio de la Eucaristía es un don «demasiado grande» para admitir ambigüedades y reducciones, sobre todo cuando, «privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno».
El Papa subrayó que «detrás de muchos de los motivos aducidos, existe una mentalidad incapaz de aceptar la posibilidad real de una intervención divina en este mundo para ayudar al ser humano. (…) La confesión de una intervención redentora de Dios para cambiar esta situación de alienación y de pecado es considerada por los que comparten una visión deísta como integrista, y lo mismo se dice a propósito del signo sacramental que hace presente el sacrificio redentor. Para ellos, sería más aceptable la celebración de un signo que corresponda a un vago sentimiento de comunidad».
«Pero el culto -continuó- no puede nacer de nuestra imaginación; sería un grito en la oscuridad o una simple autoafirmación. La verdadera liturgia supone que Dios responde y nos muestra cómo podemos adorarle. (…) La Iglesia vive de esta presencia y su razón de ser y existir es ampliar su presencia en el mundo».
El Santo Padre concluyó recordando que dentro de un mes se celebrará en Brasilia el XVI Congreso Eucarístico Nacional. En este contexto, pidió que Jesús Eucaristía «sea realmente el corazón de Brasil, de donde venga la fuerza para que todos los hombres y mujeres brasileños se reconozcan y ayuden como hermanos y miembros de Cristo. Quién quiera vivir, tiene donde vivir, tiene de qué vivir. Que se aproxime, crea, entre a formar parte del Cuerpo de Cristo y será vivificado».
15 de Abril del 2010