En el primer Ángelus de Adviento
El Papa: «El fin de los tiempos no llegará hasta que sean derrotados todos los enemigos de Jesús»
«El tiempo de la segunda venida de Jesucristo, -dice Benedicto XVI- no es conocido, pero será el regreso glorioso al final de los tiempos».
El Santo Padre subrayó que el fin de los tiempos no llegará hasta que sean derrotados todos los enemigos de Jesús.
El tiempo de la «segunda venida de Jesucristo», después de la encarnación, no es conocido, pero será el «regreso glorioso al final de los tiempos».
La encarnación y el fin de los tiempos, explicó el Papa, son dos momentos complejos en la interpretación racional pues «cronológicamente son distantes -y no nos es dado saber cuánto-, en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección Jesús ha realizado ya aquella transformación del hombre y del cosmos que es la meta final de la creación». Pero, subrayó el Papa, antes de que llegue el final, «es necesario que todos sus enemigos sean sometidos bajo sus pies».
Se trata del plan de «salvación de Dios, que siempre está en acto» y que «requiere continuamente nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la Novia, la prometida Esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cfr Ap 21,9), en comunión con su Señor colabora en esta venida del Señor, en la que ya empieza su regreso glorioso».
El Papa concluyó el Ángelus invocando la ayuda de la Virgen para guiar a los cristianos «para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco de su reino de amor, de justicia y de paz».
Jesús, observó Benedicto XVI, «encarna de modo perfecto el espíritu del Adviento en su actitud de permanencia a la escucha de Dios, su deseo profundo de cumplir con su voluntad y de servicio al prójimo: «La Virgen María encarna perfectamente el espíritu del Adviento, hecho de la escucha de Dios, de deseo profundo de cumplir con su voluntad, de gozoso servicio hacia el prójimo. Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco de su reino de amor, de justicia y de paz»».