El Papa en Alemania pidió cambiar estructuras

29 de septiembre de 2011 Desactivado Por Regnumdei
El Papa en Alemania pidió cambiar estructuras, pero no las que los «progres» eclesiales pedían.

Sí a una Iglesia más austera, espiritual y con grupos pequeños; no a mundanizar el clero y rebajar la doctrina y la moral.
P. J. Ginés
«El Papa defrauda las esperanzas de católicos y protestantes»: así titula su análisis final sobre viaje papal a Alemania el corresponsal en el Vaticano de Reuters USA, Tom Heneghan. Pero es una perspectiva absolutamente parcial de la realidad: el Papa no ha defraudado a nadie, simplemente se ha mantenido en su línea de siempre (la del Catecismo y el Magisterio) y no ha cedido a las presiones de los sectores «progres» de la Iglesia católica (mucho mayores y mejor financiados en Alemania que en España) y sus homólogos en la Iglesia protestante oficial del país (donde el liberalismo teológico -divorcio fácil, anticoncepción, «derechos gays», clero femenino, relativismo moral y religioso- es completamente hegemónico).
Incluso líderes de grupos católicos considerados «moderados», como el potentísimo Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), nacido como una especie de gran «Acción Católica» en el siglo XIX para defender al catolicismo de la Kulturkampf de Bismarck, han hecho campaña por «reformas» como la ordenación sacerdotal de hombres casados de edad avanzada (con hijos ya crecidos y de los que cabría esperar rectitud de vida) y la aceptación de «diaconisas» que ayuden en misa (imitando el proceso que en el anglicanismo y luteranismo ha llevado hasta las mujeres obispas).
No hablemos ya de grupos abiertamente disidentes, anti-papistas y pro-aborto como «Somos Iglesia», muy apoyados por la prensa anticatólica, que sólo se sentirán contentos si la Iglesia católica alemana se convierte en una iglesia liberal sin doctrina ni moral propia, asamblearia e indistinguible de cualquier comunidad luterana progresista.
La respuesta del Papa: menos estructuras, más grupos pequeños
En sus discursos a los laicos católicos, el Papa ha sido muy claro. La Iglesia católica alemana es la más rica del mundo debido al impuesto religioso (todo contribuyente, sólo por declararse católico, asigna parte de sus impuestos a la Iglesia) y eso ha generado una enorme estructura de funcionarios, a menudo de asalariados con poca fe o heterodoxas opiniones que ocupan espacios de poder intraeclesial. La falta de radicalidad no atrae vocaciones y el secularismo crece en el país. El Papa lo explicaba así en su discurso a los «católicos comprometidos»:
«Asistimos a una disminución de la práctica religiosa, constatamos un creciente distanciamiento de una notable parte de los bautizados de la vida de la Iglesia. ¿Acaso no debe cambiar la Iglesia? ¿No debe, tal vez, adaptarse al tiempo presente en sus oficios y estructuras, para llegar a las personas de hoy que se encuentran en búsqueda o en duda? A la beata Madre Teresa le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue: usted y yo.»
Y después de predicar las virtudes de una Iglesia más pobre en el país con las diócesis más ricas del mundo, insistió:
«Los ejemplos históricos muestran que el testimonio misionero de la Iglesia «desmundanizada» resulta más claro.»
En cuanto a la doctrina, no se puede suavizar. La doctrina cristiana, si es cristiana, siempre escandalizará, no es para tibios. El escándalo «no puede ser suprimido si no se quiere anular el cristianismo», dijo. Y detalló así el contenido del mensaje:
«La fe cristiana es para el hombre siempre un escándalo, no sólo en nuestro tiempo. Creer que el Dios eterno se preocupe de los seres humanos, que nos conozca; que el Inasequible se haya convertido en un momento dado en accesible; que el Inmortal haya sufrido y muerto en la cruz; que a los mortales se nos haya prometido la resurrección y la vida eterna; para nosotros los hombres, todo esto es verdaderamente una osadía.»

El Papa, que ha vivido décadas en Italia, con su religiosidad multiforme, mucho más viva y menos financiada que la alemana, y que como Papa ha visto la vitalidad de las iglesias económicamente pobres de África y de Brasil, añadió:
«Tenemos que admitir honestamente que en lo que respecta a estructuras tenemos más que suficiente, pero no lo suficiente en lo que respecta al Espíritu. La crisis verdadera que sufre la Iglesia en Occidente es una crisis de fe. Si no encontramos la forma de renovar genuinamente nuestra fe, los cambios estructurales serán ineficaces».
Solo le faltaba decir que esos cambios (el modelo congregacionalista, el clero femenino y casado, la moral sexual mundana, etc…) los han adoptado durante décadas los luteranos alemanes… y han perdido un 42% de sus fieles desde los años 50, mientras el catolicismo ha crecido ligeramente (un 7%) en el mismo periodo.
En cambio, ¿quién está creciendo con empuje misionero? Eso lo sugirió en su discurso a las autoridades luteranas en Erfurt:
«Ante una nueva forma de cristianismo, que se difunde con un inmenso dinamismo misionero, a veces preocupante en sus formas, las Iglesias confesionales históricas se quedan frecuentemente perplejas. Es un cristianismo de escasa densidad institucional, con poco bagaje racional, menos aún dogmático, y con poca estabilidad. Este fenómeno mundial nos pone a todos ante la pregunta: ¿Qué nos transmite, positiva y negativamente, esta nueva forma de cristianismo?»
Él mismo respondería días después de forma indirecta. ¿Qué nos transmite de positivo «ese nuevo cristianismo con inmenso dinamismo misionero»? Pues por ejemplo, la importancia de los grupos pequeños de creyentes que se conocen y apoyan: algo que aplican los scouts, el Camino Neocatecumenal, las comunidades de alianza carismáticas, el sistema de células de evangelización parroquial y otros… O dicho en palabras de Benedicto XVI:
«Las comunidades pequeñas podrían ser uno de esos caminos [para la Nueva Evangelización], en que las amistades se viven y profundizan en una adoración regular y comunitaria ante Dios. En ellas encontramos gente que habla de experiencias pequeñas de fe en su puestod e trabajo y en su círculo de amigos y amigas, y al hacerlo así dan testimonio de una nueva cercanía entre la Iglesia y la sociedad. Muestran con más y más claridad que todos necesitan este nutrirse de amor, esta amistad concreta con los otros y con el Señor».
Por lo tanto, el cambio de estructura necesario no es el del clero femenino o casado, o el laicado con sueldo eclesial… sino la organización de las parroquias en comunidades pequeñas y acogedoras. Si en una parroquia acuden a misa 600 personas, desconocidas entre sí, no es lo mismo que si se organiza en 60 grupos de diez, que se conocen y apoyan entre sí y acogen a «alejados que buscan».
En la misa en Friburgo incluso señaló el problema de los católicos tibios:
«los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios; los que sufren a causa de sus pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cerca del Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ven ya solamente en la Iglesia el sistema, sin que su corazón quede tocado por esto: por la fe”.
El viaje también destacó por su cercanía al mundo ortodoxo, al mantener un encuentro con seminaristas ortodoxos en el cual pidió una mayor colaboración en evangelización y defensa de la vida, la familia y los valores comunes.
Y cabe destacar
también su discurso al Bundestag, muy relacionado con el del Westminster Hall del año pasado en Londres y con el dirigido en este viaje a la comunidad judía, con un leit-motiv. el poder político, basado solo en la mayoría, en la fuerza del fuerte, en el positivismo jurídico, sin limitarse a Dios ni a la dignidad humana y la ley natural, genera monstruos y tiranías que oprimen al hombre, como demostró el caso alemán con Hitler.