El Papa con los universitarios: La espera del Señor
El encuentro fue parte de las ceremonias por el 20º aniversario de la Oficina de la Pastoral universitaria, instituida por el beato Juan Pablo II en 1991.
Las vísperas comenzaron con la llegada a la basílica vaticana del ícono de la Sedes Sapientiae, después de la visita que hiciera a las universidades españolas en preparación a la vigésimo sexta JMJ. Al concluir la liturgia presidida por el Santo Padre la delegación universitaria española entregó el ícono a los estudiantes de la Universidad de Roma La Sapienza, el primer ateneo que recibe esta peregrinación mariana que seguirá en las demás capellanías universitarias romanas y que concluirá con el Simposio Internacional de docentes en Roma, en junio del año 2012.
En su homilía, el Pontífice recordó las palabras del Apóstol Santiago: “Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor”, nos indica la actitud interior para prepararnos a escuchar y recibir de nuevo el anuncio del nacimiento del Redentor en la gruta de Belén, misterio inefable de luz, amor y gracia”.
A los universitarios de la Ciudad Eterna, les dirigió un caluroso saludo lleno de afecto: queridos amigos, les dijo, el apóstol Santiago exhorta a imitar al agricultor que espera con constancia el fruto precioso de la tierra. Ustedes que viven en el corazón del ambiente cultural y social de nuestro tiempo, que experimentan las nuevas y cada vez más refinadas tecnologías, que son protagonistas de un dinamismo histórico que a veces parece fascinante, la invitación del apóstol puede parecer anacrónica, como una invitación a salir de la historia, a no desear ver los frutos de su trabajo, de su investigación”.
“Pero -se pregunta el Papa-, ¿será verdaderamente así? ¿está fuera de tiempo la invitación a esperar a Dios? y más aún, podríamos preguntarnos en forma más radical ¿qué significa para mí la Navidad, es verdaderamente importante para mi existencia, para la construcción de la sociedad?. En nuestra época, continuó diciendo el Pontífice, son muchas las personas, sobre todo en las aulas universitarias que se preguntan si tenemos que esperar algo o a alguien, si tenemos que esperar otro mesías, otro dios, o si vale la pena confiar en ese Niño que en la noche de Navidad encontraremos en el pesebre entre María y José”.
En efecto -dijo más adelante el Santo Padre-, la exhortación del Apóstol a la paciente constancia, que en nuestro tiempo nos podría dejar un poco perplejos, es en realidad el camino para recibir en profundidad la cuestión de Dios, el sentido que tiene en la vida y en la historia, ya que, dijo, justo en la paciencia, en la fidelidad y en la constancia de la búsqueda de Dios, de la apertura hacia Él, es que Él nos revela su rostro”.
“La paciencia es la virtud de aquellos que se confían a la presencia de Dios en la historia, que no se dejan vencer de la tentación de reponer toda la esperanza en el inmediato, en perspectivas puramente horizontales, en proyectos técnicamente perfectos, pero lejanos de la realidad más profunda, aquella realidad que dona la dignidad más alta al ser humano: la dimensión trascendente, el ser criatura a imagen y semejanza de Dios, el llevar en el corazón el deseo de elevarse hacia Él”, expresó Benedicto XVI.
“Queridos amigos universitarios, -concluyó el Papa-, corramos con alegría hacia Belén, recibamos entre nuestros brazos al Niño que María y José nos presentarán. Recomencemos desde Él y con Él, afrontando todas las dificultades. A cada uno de ustedes el Señor les pide que colaboren en la construcción de la ciudad del hombre, conjugando en modo serio y apasionado la fe y la cultura”.