Doctrina de la Iglesia sobre el trabajo
Doctrina Social de la Iglesia en torno al mundo del trabajo
A continuación, les presentamos algunos textos bíblicos, de la DSI (Doctrina Social de la Iglesia) y del Magisterio Pontificio acerca del mundo del trabajo y los derechos de los trabajadores, para reflexionar y orar.
“El funcionamiento de una economía enferma y las decisiones políticas que se han tomado, están deteriorando las condiciones laborales y debilitando las redes de protección social, con grave peligro para los derechos de los trabajadores”
(Benedicto XVI, Caritas in veritate, 25).
“La regulación de la economía únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque «existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado»
(Catecismo de la Iglesia Católica, nº 34).
“Si el funcionamiento y las estructuras económicas de un sistema productivo pone en peligro la dignidad humana del trabajador o debilitan su sentido de responsabilidad, hay que afirmar que este orden económico es injusto”
(Juan XXIII, Mater et magistra, 83)
“Los pobres aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano”
(Juan Pablo II, Laborem exercens, 8)
“Las necesidades de los pobres deben tener preferencia sobre los deseos de los ricos, los de derechos de los trabajadores, sobre el incremento de los beneficios”
(Juan Pablo II en 2004 a la Asamblea de Naciones Unidas)
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”
(Concilio Vaticano II, “Gaudium et Spes”, nº 1)
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”
(Evangelio de Mateo, cap. 5, vers. 8)
“Al verla, el Señor sintió compasión, y le dijo: No llores”
(Evangelio de Lucas, cap. 7, nº 13)
“Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó”
(Evangelio de Lucas, cap. 10, vers. 33)
“El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será servidor de todos, que tampoco el Hijo de Dios ha venido a ser servido si no a servir y a dar su vida como rescate por muchos.”
(Evangelio de Marcos, cap. 10, vers. 43-45).
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? Respondiendo el Señor, les dirá: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”
(Evangelio de Mateo, cap. 25, vers. 40-41)
“Y Dios dijo á Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo guardián de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? El grito de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.“
(Génesis, cap. 4, vers. 9-10)
«En la doctrina social de la Iglesia ocupa un lugar importante el derecho a un trabajo digno. Por esto, ante las altas tasas de desempleo que afectan a muchos países americanos y ante las duras condiciones en que se encuentran no pocos trabajadores en la industria y en el campo, ‘es necesario valorar el trabajo como dimensión de realización y de dignidad de la persona humana. Es una responsabilidad ética de una sociedad organizada promover y apoyar una cultura del trabajo’»(Ecclesia in América 54).
«En el contexto del Tercer Mundo conservan toda su validez —y en ciertos casos son todavía una meta por alcanzar—los objetivos indicados por la Rerum Novarum, para evitar que el trabajo del hombre y el hombre mismo se reduzcan al nivel de simple mercancía: el salario suficiente para la vida de familia, los seguros sociales para la vejez y el desempleo, la adecuada tutela de las condiciones de trabajo» (Centesimus Annus 34).
«Los «pobres» se encuentran bajo diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo —es decir por la plaga del desempleo—, bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (Laborem Exercens 8).
“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres”
(Palabras de consagración del pan y el vino en la eucaristía)