Derechos y deberes: el delito y televisión
¿Existen límites? ¿La televisión crea asesinos, violadores, psicópatas? En película, Scream, uno de los personajes dice: “las películas de terror no crean asesinos, pero hacen que sean más creativos.”
La televisión, en medio del universo virtual y las redes sociales, sigue siendo el medio de comunicación expedito donde se intenta materializar la libertad de expresión. Existe una tensión entre los aspectos que incide directamente en la: seguridad, cultura y educación.
La Unesco en el Sistema de las Naciones Unidas que supuestamente promueve las libertades de expresión y prensa. Además formalmente defiende, monitorea y preconiza estas libertades en calidad de derecho humano fundamental. Se supone que se preocupa por la independencia de ideologías y poderes económicos y por el pluralismo de los medios de comunicación, como esencia de un sistema democrático y la trascendencia e importancia del bien común.
Sin embargo, como todo derecho la libertad de expresión tiene límites legales, culturales y éticos. La Unesco precisamente traza líneas gruesas a los Estados Miembros para la implementación de políticas públicas adecuadas conforme a estándares internacionales.
Al respecto, por ejemplo, en Colombia la Corte Constitucional ha indicado que: “A pesar de la presunción de que toda forma de expresión esta cobijada por el derecho fundamental en estudio, existen ciertos tipos específicos de expresión prohibidos. Entre estos se cuentan:
(a) la propaganda en favor de la guerra;
(b) la apología del odio nacional, racial, religioso o de otro tipo de odio que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad, la violencia contra cualquier persona o grupo de personas por cualquier motivo (modo de expresión que cobija las categorías conocidas comúnmente como discurso del odio, discurso discriminatorio, apología del delito y apología de la violencia);
(c) la pornografía infantil; y
(d) la incitación directa y pública a cometer genocidio.
¿Existen límites entonces en la linea editorial de la televisión, radio, portales web y prensa?
¿La televisión crea asesinos, violadores, psicópatas y demás ralea? ¿Se respeta una franja horaria protegida para los menores?
En película de terror, Scream, uno de los personajes se pronuncia a este respecto: “las películas de terror no crean asesinos, pero hacen que sean más creativos.”
Por un lado, puede afirmarse que los niños que han crecido viendo mucha cantidad de televisión han tendido con más frecuencia a implicarse en delitos al hacerse adultos. Hasta aquí, todos los que consideran que debe protegerse la franja horaria infantil estarán de enhorabuena. Pero ¿existe correlación con la categoría de contenido infantil o el tipo de programación para el mundo adulto?
El despliegue inicial de la televisión en Estados Unidos fue irregular. Esto se debió principalmente a una interrupción de cuatro años, entre 1948 y 1952, cuando la Comisión Federal de Comunicaciones declaró una moratoria de nuevos canales para poder configurar el espectro de emisiones. Algunos lugares de Estados Unidos empezaron a recibir señales a mediados de los años cuarenta, mientras que otros no tuvieron televisión hasta una década después.
¿Qué diferencias se descubrieron entre las regiones estadounidenses que tenían televisión de las que no la tenían? Pues que antes de la introducción de la tele, estos dos conjuntos de población tenían tasas de criminalidad violenta parecidas. Pero en 1970, el nivel delincuencia violenta era el doble en las ciudades que recibieron la tele antes.
Para que la comparación resulte más exacta, dado que podrían existir otras diferencias entre las ciudades que recibieron la televisión pronto y tarde, también se compararon niños nacidos en una misma ciudad, por ejemplo en 1950 y en 1955.
Así pues, en una ciudad que tuvo televisión en 1954, comparamos un grupo de edad que no tuvo televisión durante los cuatro primeros años de vida con otro que tuvo televisión todo el tiempo. Debido a la introducción escalonada de la televisión, la fecha de corte entre los grupos de edades que crecieron con y sin televisión en sus primeros años varía según las ciudades.
Resultó que por cada año de más que un niño estuvo expuesto a los tubos catódicos de la tele en sus primeros quince años, como si estos tubos fueran rayos maléficos de una película de serie B, se observa años después un 4 % de aumento en el número de detenciones por delitos contra la propiedad y un 2 % de aumento de las detenciones por delitos violentos.
Es decir, que el impacto total de la televisión en la delincuencia de los años sesenta fue un aumento del 50 % en los delitos contra la propiedad y del 25 % en los delitos violentos.
El Papa Emérito Benedicto XVI, con ocasión de la 42º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, propuso un concepto totalmente novedoso: la info-ética, que como la bio-ética en el mundo de las ciencias, oriente el uso de los medios en el mundo globalizado.
En el mensaje, cuyo tema es: «Los medios: encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla», el Pontífice señala «la importancia del papel que estos instrumentos tienen en la vida de las personas y de la sociedad. En efecto, no existe ámbito de la experiencia humana -más aún si consideramos el amplio fenómeno de la globalización- en el que los medios no se hayan convertido en parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos».
El Papa reconoce que «gracias a una vertiginosa evolución tecnológica, estos medios han logrado potencialidades extraordinarias, lo cual plantea al mismo tiempo nuevos e inéditos interrogantes. Es innegable la aportación que pueden dar al flujo de noticias, al conocimiento de los hechos y a la difusión del saber, a la alfabetización y la socialización, como también al desarrollo de la democracia y al diálogo entre los pueblos».
«Los medios en su conjunto –prosigue el mensaje– no solamente son medios para la difusión de las ideas, sino que pueden y deben ser también instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario».
No obstante, advierte el Santo Padre, «existe el riesgo de que en vez de ello se transformen en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento. Éste es el caso de una comunicación usada para fines ideológicos o para la venta de bienes de consumo mediante una publicidad obsesiva».
«Con el pretexto de representar la realidad, se tiende de hecho a legitimar e imponer modelos distorsionados de vida personal, familiar o social», dice el Papa, y agrega que para ampliar la audiencia «a veces no se duda en recurrir a la trasgresión, la vulgaridad y la violencia».
Benedicto XVI advierte que «la humanidad se encuentra hoy ante una encrucijada», y que por ello «es necesario preguntarse si es sensato dejar que los medios de comunicación se subordinen a un protagonismo indiscriminado o que acaben en manos de quien se vale de ellos para manipular las conciencias».
En su advertencia más grave sobre el desafío de los medios, el Santo Padre señala que la extraordinaria incidencia de éstos en la vida de las personas y de la sociedad «es un dato ampliamente reconocido», «pero hay que tomar conciencia del viraje, diría incluso del cambio de rol que los medios están afrontando. Hoy, de manera cada vez más marcada, la comunicación parece tener en ocasiones la pretensión no sólo de representar la realidad, sino de determinarla gracias al poder y la fuerza de sugestión que posee».
El llamado a una «info-ética»
Benedicto XVI propone así en la carta considerar el tema de los medios de comunicación «como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio. De manera similar a lo que sucede en el campo de la vida humana, del matrimonio y la familia, y en el ámbito de los grandes temas contemporáneos sobre la paz, la justicia y la tutela de la creación, también en el sector de la comunicación social están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad».
«Precisamente por eso», agrega, es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad».
Así el Papa lanza una propuesta audaz: «es necesaria en este ámbito una ‘info-ética’, así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida».
«Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla».
Así, el Pontífice señala que utilizar para este fin «todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasta confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector».
Pero advierte que esta es una tarea que «nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social».
«Los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación y tal vez ésta es una maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles, como decía mi venerado predecesor Juan Pablo II, las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana», concluye el Papa.
Fuentes:
ACIPRENSA
Falacias de la psicología de Rolf Degen / Superfreakonomics de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner