El riesgo de caer en manos de ideologizadas

27 de mayo de 2011 Desactivado Por Regnumdei

 

En audiencia privada con el Santo Padre, en el Vaticano, fue concluida la 19ª Asamblea General de Cáritas Internacional. En la ocasión, el Papa invitó a la institución a conducir el ejercicio de la caridad con el mensaje de la Iglesia en la vida política y social en el plan internacional.

La Cáritas Internacional celebra 60 años de su fundación por el Papa Pío XII, creada después de la Segunda Guerra Mundial como una respuesta de caridad concreta de la Iglesia Católica a las situaciones de conflicto y emergencia en el mundo.

«Sin un fundamento transcendente, sin una referencia a Dios Creador, sin la consideración de nuestro destino eterno, nos arriesgamos a caer en manos de ideologías perjudiciales», afirmó el Pontífice a los participantes de la Asamblea General de la Cáritas Internacional, que desde el domingo pasado estuvo reunida en Roma. La Cáritas, como un órgano eclesial de personalidad jurídica canónica pública dependiente de la Santa Sede, tiene una misión particular en el mundo y una responsabilidad en términos de vida cristiana. Subrayando la importancia de la contribución que la Cáritas Internacional ofrece en los diversos lugares del mundo a los más necesitados, el Santo Padre observó que la propia experiencia la hace «portavoz» a nivel internacional «de una saludable visión antropológica, alimentada por la doctrina católica y empeñada en defender la dignidad de toda vida humana».

Pero la misión de la Cáritas no se limita solo al diálogo con las realidades políticas y sociales del mundo. Ella, como institución eclesial, tiene también la propia misión religiosa de abrir los hombres a los otros «en pleno respeto de la propia libertad y en la plena asunción de las propias responsabilidades personales».

Cáritas necesita también proteger la fe y los propios derechos de los católicos. Hay cuestiones «no negociables» para un fiel católico, dice el Pontífice. «Nadie – continuó el Papa – puede, en materias abiertas a la libre discusión, pretender hablar «oficialmente» en nombre del entero laicado o de todos los católicos». Y todo hombre es llamado a defender aquellos valores «no negociables», afirmó Benedicto XVI.