«October Baby»: ¡Fui abortada y no morí!

22 de mayo de 2012 Desactivado Por Regnumdei
La historia de Gianna Jessen, una mujer de 35 años, y su conmovedora historia que también se ha convertido en la película «October Baby»
«Me llamo Gianna Jessen. Fue abortada y no morí. Mi madre biológica estaba embarazada de siete meses cuando fue a la Planned Parenthood en California del sur y le aconsejaron que efectuara un aborto salino tardío. Un aborto salino consiste en la inyección de una solución de sal en el útero de la madre. El niño traga la solución, que lo quema por dentro y por fuera,  y la madre da a luz un niño muerto en 24 horas. ¡Esto me sucedió a mi! Permanecí en la solución durante casi 18 horas y fui dada a luz viva el 6 de abril de 1977 a las 6 de la mañana en una clínica para abortos de California». Hoy Gianna Jessen, superviviente del aborto, es una mujer de 35 años, y su conmovedora historia también se ha convertido en la película «October Baby», mientras ella sigue dando la vuelta al mundo para difundir su fuerte testimonio.
«Había dos jóvenes mujeres en la habitación», contó nada más y nada menos que en el Congreso de los Estados Unidos hace algunos años, «que acababan de recibir sus inyecciones y esperaban dar a luz niños muertos. Cuando me vieron, sintieron el horror del homicidio. Una enfermera llamó una ambulancia e hizo que me trasladaran al hospital. Por fortuna para mí, el médico abortista no se encontraba en la clínica. Yo llegaba antes de lo debido, no esperaban mi muerte hasta las 9 de la mañana, cuando él llegara probablemente para su turno normal. Estoy segura de que hoy no estaría aquí si el médico abortista se hubiera encontrado en la clínica». Para muchos el de Gianna Jessen fue solamente «un "aborto fracasado”, el resultado de un trabajo mal hecho». Gianna en cambio sostiene con fuerza y determinación que fue salvada «por el puro poder de Jesucristo». «¡Tendría que estar ciega –prosiguió- estar quemada… debería estar muerta! ¡Y sin embargo, yo vivo!». «Estuve en el hospital casi tres meses –siguió. No había muchas esperanzas para mi al principio. Sólo pesaba 900 gramos». Pero «un médico una vez me dijo que tenía unas ganas muy grandes de vivir y que luchaba por mi vida.  Al final pude dejar el hospital y fui dada en adopción».
Pero Gianna, no goza de buenas condiciones de salud: «A causa de la falta de oxígeno durante el aborto, vivo con la parálisis cerebral. Cuando me fue diagnosticada, lo único que podía hacer era permanecer tumbada». Por lo tanto, tras haber salido vencedora del desafío contra la muerte, Gianna tiene también que luchar contra la discapacidad, siempre partiendo de una no culpable posición de neta desventaja: «Dijeron a mi madre adoptiva que difícilmente habría podido andar a gatas o caminar. No conseguía levantarme ni sentarme sola». Pero «a través de la oración y del trabajo de mi madre adoptiva, y luego de otras muchas personas, al final aprendí a sentarme, a andar a gatas y a estar de pie. Caminaba con un tacatá y un aparato ortopédico en las piernas poco antes de cumplir os 4 años». Gianna luego fue «adoptada legalmente por la hija de mi madre adoptiva, Diana de Paul, pocos meses antes de empezar a caminar. Seguí con la fisioterapia y, tras cuatro operaciones quirúrgicas, ahora puedo andar sin ayuda». Aunque no es fácil. Pero Gianna se lo toma con «filosofía», con ironía: «A veces caigo, pero he aprendido a caer con gracia tras 19 años de caídas».
 
 
Gianna tiene que pronunciar un inmenso «gracias»: «Estoy muy agradecida por mi parálisis cerebral. Me consiente depender verdaderamente solo de Jesús para todo. Estoy contenta de estar viva. Estuve casi muerta. Todos los días doy gracias a Dios por la vida. No me considero un subproducto de la concepción, un pedazo de tejido ni otro de los nombres que se dan a los niños en el útero. No creo que ninguna persona concebida sea ninguna de esas cosas». Ha conocido a «otros supervivientes del aborto. Todos están agradecidos por la vida». Por ejemplo a «Sarah. También Sarah tiene parálisis cerebral, pero su diagnosis no es buena. Está ciega y tiene crisis graves. El abortista, además de inyectar en la madre la solución salina, la inyecta también en las pequeñas víctimas. A Sarah se la inyectaron en la cabeza»; «Cuando hablo -precisa- no solo hablo por mi, sino por todos los demás supervivientes, como Sarah, y por aquellos que no pueden hablar…». A pesar de la parálisis cerebral, Gianna se ha convertido en una incansable activista de los movimientos «pro life». Ha contado su historia, además de en el Congreso de Estados Unidos, también en la Cámara de los Comunes del Reino Unido y en el Parlamento de Australia. Y también en otras muchas decenas de lugares, comprendidas diversas televisiones. Y para sensibilizar a la opinión pública sobre el tema del aborto, en el 2006 consiguió participar y terminar el maratón de Londres.
 
En su peregrinación para transmitir la cultura de la vida, tiene un «as en la manga» imbatible: «Lo mejor que puedo hacer ver para defender la vida es mi vida. Ha sido un gran don. Matar no es la respuesta a ninguna pregunta ni situación. Todas las vidas tienen valor. Todas las vidas son un don de nuestro Creador. Tenemos que recibir y conservar los dones que nos son entregados. Tenemos que hacer honor al derecho a la vida. Cuando las libertades de un grupo de ciudadanos indefensos son violadas, como es el caso de los que todavía tienen que nacer, los recién nacidos, los discapacitados y los llamados "imperfectos", entendemos que nuestras libertades como nación y como individuos se encuentran en gran peligro».
 
De Gianna Jessen la beata madre Teresa de Calcuta dijo: «Dios está con Gianna para recordar al mundo que todos los seres humanos son preciosos para Él». Y Gianna, con su cojera, con su sufrimiento, pero siempre fuerte, tenaz, alegre y llena de esperanza, sigue repitiendo con alegría a todos aquellos que encuentra: «La muerte no prevaleció sobre mi… y yo estoy tan agradecida!».
Por DOMENICO AGASSO JR.
ROMA