Evangelio Diario y Meditación

Evangelio Diario y Meditación

5 de septiembre de 2016 Desactivado Por Regnumdei

¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?

Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio:

Evangelio según San Lucas 6,39-42. 

Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? 

El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. 

¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? 

¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo’, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.» 


+Meditación:

San Cirilo

El Señor añadió a lo ya dicho una parábola muy necesaria; por lo que dice: «Y les decía también una semejanza». Sus discípulos habían de ser maestros de las generaciones venideras, por lo que convenía que ellos supiesen el camino de la conducta correcta, como teniendo la inteligencia iluminada por el brillo divino, a fin de que unos ciegos no guiasen a otros ciegos; y por esto añade: «¿Acaso podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el foso?». Mas si acontece que algunos llegan al mismo grado de virtud que los que la enseñan, deténganse en la medida de los que la enseñan y sigan sus huellas; de donde sigue: «No es el discípulo sobre el maestro». Por esto dice San Pablo: «Imitadme como yo imito a Jesucristo» ( 1Cor 4,16). No juzgando Jesucristo, ¿por qué juzgas tú? No vino al mundo a juzgar, sino a tener compasión.

  

+Comunión Espiritual:


De Santa Margarita María Alacoque:  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.


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