Domingo XVI Tiempo Ordinario

Domingo XVI Tiempo Ordinario

4 de julio de 2019 Desactivado Por Regnumdei

Andas inquieta y nerviosa con tantas co­sas

 

Domingo XVI Tiempo Ordinario Ciclo C

Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas co­sas

 

+Santo Evangelio

Evangelio según San Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo, y una mujer lla­mada Marta lo recibió en su casa.

Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

En cambio, Marta estaba atareada con todo el servicio de la casa; hasta que se paró y dijo:

— «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me ayude».

Pero el Señor le contestó:

— «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas co­sas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán».

 

+Padres del Iglesia 

San Agustín de verb. Dom. serm. 26

El Señor, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron ( Jn 1), fue aceptado como huésped; por esto sigue: «Y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa», etc. Lo acogió como suele recibirse a los peregrinos; sin embargo, en realidad la sierva recibió a su Señor, la enferma a su Salvador, la criatura a su Creador. Y no digas: «Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa». No te aflijas, puesto que ha dicho:»Lo que hicisteis a uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis» ( Mt 25,40). Tomada la forma de siervo, quiso en ella ser alimentado por sus siervos, por dignación, no por condición. Tenía carne en la que sentía el hambre y la sed; pero cuando tuvo hambre en el desierto, los ángeles le servían ( Mt 4). Por ello, si quiso ser alimentado, lo hizo por el que lo alimentaba. Marta, pues, disponiendo y preparando la comida al Señor, se ocupaba en su servicio; pero María, su hermana, eligió más bien ser alimentada por el Señor. Pues, sigue: «Y ésta tenía una hermana, que se llamaba María, que sentándose junto a los pies del Señor, oía su palabra”.

Marta servía bien al Señor en cuanto a la necesidad del cuerpo y la voluntad, como a un mortal; pero el que estaba en carne mortal, en el principio era el Verbo; he ahí lo que María oía: «El Verbo se hizo carne»; he ahí a quien servía Marta. Esta trabajaba, aquélla meditaba. Sin embargo, Marta, trabajando mucho en aquella ocupación y negocio de servir, interpeló al Señor y se quejó de su hermana. Prosigue, pues: «Y le dijo, Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir?», etc. Estaba María absorta oyendo la dulzura de la palabra del Señor; Marta le preparaba el convite, en el cual María ya se gozaba. Escuchando, pues, suavemente las dulces palabras y alimentándose en el recogimiento de su corazón, cuando su hermana interpeló al Señor ¿cómo pensamos que ella temería el Señor le dijese: Levántate, y ayuda a tu hermana? Estaba absorbida por una admirable suavidad, mayor en el alma que en el cuerpo; pero quiso más bien someter su causa al Juez, sin tomarse el trabajo de contestar, porque, si se ocupase en responder, debilitaría la intención de oír. Prosigue, pues: «Y respondiéndole, dijo el Señor: Marta, Marta», etc. La repetición del nombre es señal de dilección, o acaso para mover la atención, a fin de que escuche más atentamente. «Te fatigas en muchas cosas», esto es, estás ocupada en muchas cosas. Quiere el hombre complacer cuando sirve, pero alguna vez no puede: se busca lo que falta, se prepara lo que se tiene, y el ánimo se distrae. Si Marta hubiera sido suficiente, no hubiera pedido el auxilio de su hermana. Son muchas cosas, son diversas, porque son carnales, porque son temporales. Se prefiere uno a muchos; porque uno no viene de muchos, sino muchos de uno. De donde sigue: «Una sola cosa es necesaria». Quiso ocuparse en uno, según aquellas palabras: «Bueno es para mí adherirme a Dios» ( Sal 72,28). Uno son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y a este uno no llegamos sino en cuanto todos tenemos un solo corazón ( Hch 4).

San Gregorio, 6 Moral., cap. 28

O por María, que escuchaba sentada las palabras del Señor, se expresa la vida contemplativa; y por Marta, ocupada en las cosas exteriores, la vida activa. El cuidado de Marta no se reprende, pero se alaba el de María; son grandes los méritos de la vida activa, pero son mayores los de la contemplativa. Se díce además que nunca le será quitada la parte a María, porque las obras de la vida activa pasan con el cuerpo, mientras que los goces de la vida contemplativa mejoran al fin.

 

+Catecismo

2571: Habiendo creído en Dios, marchando en su presencia y en alianza con él, el patriarca está dispuesto a acoger en su tienda al Huésped misterioso: es la admirable hospitalidad de Mambré, preludio a la anunciación del verdadero Hijo de la promesa. Desde entonces, habiéndole confiado Dios su plan, el corazón de Abraham está en consonancia con la compasión de su Señor hacia los hombres y se atreve a interceder por ellos con una audaz confianza.

2697: La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un «recuerdo de Dios», un frecuente despertar la «memoria del corazón»: «Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (S. Gregorio de Nisa). Pero no se puede orar «en todo tiempo» si no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en intensidad y en duración.

2698: La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración destinados a alimentar la oración continua. Algunos son diarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia de las Horas. El Domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por medio de la oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oración de los cristianos.

2699: El Señor conduce a cada persona por los caminos que Él dispone y de la manera que Él quiere. Cada fiel, a su vez, le responde según la determinación de su corazón y las expresiones personales de su oración. No obstante, la tradición cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la oración de contemplación. Tienen en común un rasgo fundamental: el recogimiento del corazón. Esta actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oración.

2726: En el combate de la oración, tenemos que hacer frente en nosotros mismos y en torno a nosotros a conceptos erróneos sobre la oración… En el inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupación incompatible con todo lo que tienen que hacer: no tienen tiempo…

2727: También tenemos que hacer frente a mentalidades de «este mundo» que nos invaden si no estamos vigilantes. Por ejemplo: lo verdadero sería sólo aquello que se puede verificar por la razón y la ciencia (ahora bien, orar es un misterio que desborda nuestra conciencia y nuestro inconsciente); es valioso aquello que produce y da rendimiento (luego, la oración es inútil, pues es improductiva); … y por reacción contra el activismo, se da otra mentalidad según la cual la oración es vista como posibilidad de huir de este mundo (pero la oración cristiana no puede escaparse de la historia ni divorciarse de la vida).

 

+Pontífices

Papa Francisco

¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa cosa sola que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. Pero entonces, ¿por qué Marta recibe la reprensión, si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial sólo lo que estaba haciendo, es decir, estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María— a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto es que se reprende a Marta. (S.S. Francisco, 21 de julio 2013)