Diario proaborto y demoledor reportaje sobre Planned Parenthood

Diario proaborto y demoledor reportaje sobre Planned Parenthood

24 de febrero de 2025 Desactivado Por Regnumdei

El artículo se demuestra que, pese a la narrativa, el aborto es un negocio más que lucrativo y fuente de ingresos.

El aborto, no las mujeres, es a lo único a lo que sirve Planned Parenthood.


Era ya conocido que Planned Parenthood atraviesa una grave crisis económica causada por dos razones principales:

La difusión, cada vez mayor, de las píldoras abortivas y del ‘aborto en casa’;
las políticas restrictivas implantadas en algunos estados republicanos a raíz de la sentencia Dobbs, con la que el Tribunal Supremo eliminó en 2022 el aborto que había establecido como derecho constitucional en 1973 la sentencia Roe vs Wade.
Esto ha producido el cierre de numerosos abortorios en varios estados.

Pero lo que pone de manifiesto ahora el Times es más que eso, porque desmiente por completo la propia narrativa abortista.

Por ejemplo, Planned Parenthood siempre ha presumido de que el aborto es ‘solo’ una de sus prestaciones, y disfraza su actividad como atención a la mujer -¡incluso en el embarazo!- y a sus ‘derechos reproductivos’.

El reportaje, sin embargo, según recoge Sarah Neely en Operation Rescue, reconoce lo que siempre han denunciado los grupos provida: que casi todos sus fondos (buena parte de ellos, públicos, pues es una industria fuertemente financiada) van destinados al aborto.

The New York Times obtiene sus datos de demandas judiciales, documentos internos y más de cincuenta entrevistas a ejecutivos, asesores y médicos de Planned Parenthood -presentes o pasados-, que no hablan precisamente bien de la empresa.

El reportaje denuncia tres puntos fundamentales:

Derroche masivo de subenciones para objetivos políticos
Desde la sentencia Dobbs, Planned Parenthood ha recibido 498 millones de dólares regalados por el gobierno federal de Joe Biden o por los gobiernos estatales o locales bajo control demócrata. Casi todo ese dinero fue destinado “a la lucha legal y política para defender el derecho al aborto”, no a la atención sanitaria a las mujeres de la que presume la empresa.

Es más: la oficina central de Planned Parenthood repartió 899 millones de dólares entre sus abortorios afiliados en los últimos cinco años, pero según el Times “ninguno de ellos fue directamente a servicios médicos”. Por ejemplo, 40 millones se destinaron el año pasado solo a promover la elección de candidatos proabortistas, normalmente demócratas.

Mientras tanto, según uno de los testimonios, muchos abortorios reclamaban suministros sanitarios a la central de Planned Parenthood, que se los negaba porque “no podían afrontar” ese gasto.

El cierre del grifo de Medicaid [la Sanidad pública] con la llegada de Donald Trump al poder, y las numerosas acusaciones de fraude que se amontonan contra las trituradoras, su panorama financiero empieza a ser negro.

Es otro desmentido a la pretensión de la multinacional abortera de que trabaja al servicio de la salud de las mujeres.

El artículo de The New York Times refiere, por el contrario:

salarios abismalmente bajos;
impago prolongado del salario;
empleadas despedidas por solicitar baja maternal;
empleados despedidos por cuestionar las prácticas clínicas o denunciar discriminación;
cultura empresarial “caótica” y “tóxica”;
presión para incrementar el volumen de pacientes, dando lugar a errores en la administración de medicamentos o en los procedimientos;
baja cualificación o falta de experiencia del personal: en al menos ocho estados, a ese personal (muchas no son enfermeras) se le encargó la extracción de sangre o el control de las constantes vitales.
El precio lo paga la madre
Los errores en el aborto «no son la excepción en Planned Parenthood», denuncia Troy Newman, de Operation Rescue, al comentar el informe del Times: “Son la norma, como en cualquier otro abortorio de Estados Unidos. Estos asesinos reciben el dinero de la mujer y luego la dejan que afronte las consecuencias. Nunca se disculpan, ni siquiera cuando la mujer muere. Es una industria despiadada y peligrosa».

De hecho, muchas de las denuncias de The New York Times son planteadas desde hace años por los grupos provida, que detectan con frecuencia la presencia en los abortorios de ambulancias que trasladan a las madres a clínicas donde puedan ser atendidas por hemorragias o lesiones.

El propio reportaje del diario neoyorquino cuenta alguno de esos casos atroces, provenientes, por ejemplo, de dispositivos intrauterinos mal colocados o, como en el caso de un centro de Planned Parenthood en Albany, un aborto mal hecho que dejó al niño dentro y vivo, aunque los responsables dijeron a la madre que habían visto al niño abortado: el bebé llegó a nacer y murió poco después.

“Son incompetentes porque son indiferentes», concluye Newman sintetizando lo leído en The New York Times: «Sus abortorios son solo una fachada sostenida por Medicaid [dinero público], de modo que los directivos de Planned Parenthood pueden allegar millones de dólares en subvenciones, ponerse a sí mismos sueldos de seis cifras y utilizar lo que sobra para conseguir poder político en nombre de su ‘vaca sagrada’, el aborto. El aborto, no las mujeres, es a lo único a lo que sirve Planned Parenthood».