Torturadas en Boko Haram

Torturadas en Boko Haram

22 de octubre de 2024 Desactivado Por Regnumdei

Sin voz asfixiadas por el dolor


Un informe denuncia el mal trato a las víctimas de Boko Haram tras su liberación. Un sacerdote es de los pocos que las ayudan.

Enjaulan a las niñas para que no se escapen
Un informe denuncia el mal trato a las víctimas de Boko Haram tras su liberación. Un sacerdote es de los pocos que las ayudan

Por Victoria Isabel Cardiel C. en Alfa y Omega


La primera vez que el padre Joseph Fidelis Bature atendió a una niña de 8 años con múltiples desgarros en sus genitales y en el ano por las violaciones sistemáticas a las que fue sometida por Boko Haram pensó que era una atrocidad aislada. «Creíamos que era muda, pero en realidad sufría mutismo postraumático», explica. Era el año 2014 y el grupo terrorista arrasaba con kalasnikovs y machetes todas las aldeas en las que irrumpía para convertir todo el norte de Nigeria «en un califato». Los obispos le ofrecieron la posibilidad de salir, pero se negó.

Diez años después ha atendido cientos de casos parecidos. A muchas «las enjaulan en el bosque para que no se escapen» y solo las dejan salir «para violarlas», por lo que desarrollan terror a estar al aire libre. Tiene claro que Boko Haram asesina o recluta a los hombres pero las mujeres y las niñas son las peor paradas.

Su relato coincide con el que ofrece el informe ¡No quiero… la guerra!, presentado en el Día Internacional de la Niña —11 de octubre— por las ONG Amnistía Internacional, Entreculturas, Mundo Cooperante y Save the Children, unidas en la Alianza No Quiero. Incluye datos espeluznantes sobre cómo distintos conflictos se ceban con las menores. En él, una víctima de Boko Haram cuenta que «todas estuvimos de acuerdo» en acceder al matrimonio con sus captores después de que mataran a dos chicas que se negaron. Según el relato de otra, «cuando mi marido quería intimar conmigo, yo me negaba, pero entonces [otros combatientes] me azotaban. Tras azotarme me violaba y sus amigos le ayudaban. Lo hizo todos los días durante casi un año».

El sufrimiento no terminaba con la liberación. El informe denuncia que niñas y mujeres «han estado bajo custodia ilegal de las Fuerzas Armadas durante períodos que oscilaban entre varios días y casi cuatro años». Los soldados «las insultaban, las llamaban “esposas de Boko Haram” y las acusaban de ser responsables de los homicidios». El mal trato recibido equivalía en algunos casos a tortura. Otras «fueron abandonadas a su suerte en campos de desplazamiento entre millones de personas» y a veces las reunieron con sus “esposos” que se habían rendido.

En este sombrío panorama, una de las pocas manos que se les tienden es la del padre Fidelis. Hace cuatro años pudo abrir —gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada— el único centro de atención a traumas que hay a cientos de kilómetros a la redonda. Allí atiende a mujeres que llegan en no pocas ocasiones al borde de la muerte psíquica: «La gran parte solo desea morir y que las maten, pero aquí emprenden un viaje de curación».

Amnistía Internacional ha publicado un informe en el que recopila los testimonios de jóvenes que han sobrevivido a matrimonios forzados, esclavitud o violencia sexual.

«Un día Boko Haram vino a nuestra casa y le dijeron a nuestro padre que éramos infieles. Dispararon a mi padre en la nuca y la bala salió entre sus ojos. Empezamos a llorar y dijeron que si no nos callábamos matarían también a mi madre». Este es el testimonio anónimo de una joven nigeriana de 13 años que fue secuestrada por Boko Haram; uno de los cientos que ha recopilado Amnistía Internacional en un informe publicado recientemente.

En él, se cuenta la historia de mujeres y niñas que sufrieron abusos bajo el cautiverio de este grupo terrorista en situaciones de trata, secuestro, matrimonios forzados, esclavitud o violencia sexual. La investigación recoge 126 entrevistas, incluyendo algunas presenciales en Nigeria y otras a distancia, abarcando desde el 2019 hasta el 2024.

Amnistía Internacional subraya que estas mujeres ahora están intentando rehacer su vida y «no reciben el apoyo suficiente» para ello. «A estas niñas, muchas de las cuales ya son mujeres, les robaron la infancia y las sometieron a un sinfín de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y otros abusos contra los derechos humanos. Ahora demuestran una valentía encomiable al intentar tomar el control de su futuro», afirma Samira Daoud, directora regional de Amnistía Internacional para África Occidental y Central.

Igualmente denuncia «graves delitos» contra estas jóvenes. Muchas eran sometidas a matrimonios forzados una vez secuestradas. Es esta una «práctica habitual» que considera que las niñas están en edad de casarse y las utiliza «como esposas» aprovechándose de ellas de múltiples formas, no solamente para «servir a sus esposos» sino también como esclavas sexuales y domésticas.

Otras jóvenes eran utilizadas para cometer ataques suicidas «con bombas de gran escala», según señala la investigación. De hecho, de mediados de 2014 a 2019, la mayoría de los atentados suicidas con bombas de Boko Haram fueron perpetrados por mujeres.

Víctimas del estigma

Todo lo que han vivido tiene, además, «consecuencias duraderas específicas para su edad y género»; por ejemplo, complicaciones médicas y el estigma o rechazo de sus propias familias. Todo esto, según señala la organización, «afecta a su acceso a la educación y a su capacidad y deseo de volver a casarse».

Muchas de las entrevistadas han sido reagrupadas por sus familias por las autoridades, o realojadas en campamentos de refugiados repartidos por el país. Sin embargo, el informe recoge el sentimiento de desprotección por estas mujeres sobre las que pesa el estigma de «ser esposa de Boko Haram». Esto les hace mucho más difícil el acceso a una independencia económica, a la educación y al apoyo psicosocial.

«Amnistía Internacional pide al Gobierno de Nigeria, a los organismos de la ONU y a los gobiernos donantes que habiliten con urgencia unos servicios de reintegración a medida para estas niñas y jóvenes, y asimismo garanticen que no dejan atrás a otros grupos afectados», expresa la ONG.

anada tiene 25 años. Muy pocos para todo lo que ha vivido. Aunque su vida volvió a empezar hace tres, cuando empezó un nuevo camino de conversión y sanación que le ha hecho encontrarse a sí misma y entender quién es: una hija de Dios, cuya dignidad infinita viene, precisamente, de esa relación de filiación.

Esto no es algo fácil de asumir para una chica que lleva toda su vida huyendo del grupo terrorista Boko Haram. Pero más difícil es entender que les ha perdonado. Ha perdonado que la obligaran a abandonar su hogar en el lago Chad, el incendio de su casa y asesinato de varios familiares en su nuevo hogar al sur de Borno, la ejecución de su padre ante sus ojos en la granja familiar de Maiduguri. Él prefirió morir antes que violar a su hija, como le pedían los terroristas. Y también ha perdonado un secuestro de seis días durante el que sufrió torturas a nivel físico, emocional y mental.

De su liberación hace ahora tres años, pero el aniversario que ella celebra es el del encuentro con el padre Joseph Bature Fidelis, director del Centro de Atención al Trauma de la diócesis de Maiduguri, al que la llevó su madre.

El padre Fidelis, recuerda en una entrevista con cómo era Janada cuando la conoció: «Parecía un fantasma, padecía alucinaciones y pesadillas». Tras seis meses de terapia, oración y orientación, está muy recuperada y se acaba de diplomar en Salud Tropical y Control de Enfermedades. Terapia porque el acompañamiento que ofrecen en el centro comprende todos los aspectos de la persona, responde a la realidad de las heridas de este pueblo cristiano. De hecho, el padre Fidelis, además de sacerdote, es psicólogo.