Consideraciones sobre manipulación y educación
«El hombre manipula a otros hombres (en educación, política, psicoterapia, etc.) al tratarlos como cosas o máquinas, con el propósito de provocar determinados comportamientos prefigurados. »
Lo cual implica no darse cuenta, no caer en la cuenta por parte del sujeto manipulado de que está siéndolo. La acción manipuladora no llega a la conciencia del manipulado porque es secreta, oculta y sutil.
1. Significado original
El término manipulación proviene del latín manipulus, conformado por las raíces manus (=mano) y plere, pleo (= llenar); de aquí que su significación original esté asociada con la idea de lo que se lleva en la mano o de lo que puede ser contenido en ella. La etimología del término nos sugiere el contacto manual con elementos que se dominan (se llevan en la mano) y se tratan como cosas.
Primariamente, manipular significa tratar con las manos un objeto modificable con la intención de hacerlo apto para cumplir ciertas funciones o para conseguir determinado propósito. El hombre trata, fundamentalmente, con las cosas y objetos, sirviéndose de instrumentos que ponen en acción su sistema creador manos/cerebro, para modificarlos con la finalidad de lograr una más perfecta adaptación a su medio ambiente. Su uso primitivo se restringía al ámbito de los metales, a la praxis médico-quirúrgica y a la experimentación en física y química.
En sentido metafórico, se refiere a un tratamiento y manejo de materiales para obtener un resultado concreto a partir de una alteración de la naturaleza o modo de ser de estos elementos, aprovechando sus propiedades, cualidades, energías y leyes intrínsecas.
Este trato con las cosas supone que el manipulador conoce una ciencia y el arte de las propiedades y leyes de esos elementos. Todo esto se mantiene escondido y secreto para aquellos que pudieran interesarse por el resultado de la manipulación. Por lo tanto, el conocimiento y el secreto son los fundamentos del prestigio y de la eficacia del manipulador.
El término manipulación ha sufrido una transposición semiótica inesperada, por cuanto su significado se ha trasladado del ámbito mecánico y físico, al antropológico y social. Este desliz lingüístico del vocablo nos permite hablar ahora no sólo del hombre como sujeto manipulador sino también del hombre como objeto manipulado, como término de la acción manipuladora.
Ahora: el hombre manipula a otros hombres (en educación, política, psicoterapia, etc.) al tratarlos como cosas o máquinas, con el propósito de provocar determinados comportamientos prefigurados, lo cual implica no darse cuenta, no caer en la cuenta por parte del sujeto manipulado de que está siéndolo. La acción manipuladora no llega a la conciencia del manipulado porque es secreta, oculta y sutil.
2. Relaciones de manipulación
La manipulación se puede dar en todos los ámbitos entre seres humanos; es un fenómeno esencialmente social que pone su sello característico en determinadas relaciones entre los hombres.
Podemos destacar tres elementos que están siempre presentes en el fenómeno de la manipulación: el manipulador, la relación manipuladora y lo manipulado.
El manipulador puede ser un individuo o un grupo ubicado estratégicamente en el andamiaje social, que se constituye en el centro de iniciativa e influjo sobre el comportamiento de otros hombres. Existe el manipulador puro -aquel individuo o grupo que es el origen último y primero del proceso o cadena manipuladora-; y manipulador manipulado, que es -a la vez- objeto de manipulación de los primeros e instrumentos de la propia manipulación sufrida.
Lo manipulado es el hombre o colectividad de hombres que creen que piensan, deciden y actúan por cuenta propia y que, habiendo sido privados astutamente de su libertad, son llevados a actuar en la forma prefijada por el manipulador.
En la relación manipuladora se transmite un mensaje a un receptor de tal forma que se consigue que éste lo viva como suyo, son provocar sospechas. La relación manipuladora se sirve de múltiples canales transportadores del influjo -desde un sistema educativo, a un aparato de T.V., la propaganda, la repetición, etc.-, para tratar a los individuos como cosas, privarlos de su capacidad de creación y someterlos, en fin, al arbitrio del manipulador. La operación manipuladora habitual se ha potenciado por la tecnología; en efecto, podemos servirnos de instrumentos técnicos mucho más poderosos que hace un siglo atrás para condicionar el comportamiento de otros hombres y esconder el origen de este influjo a la conciencia de los interesados; a modo de ejemplo, los medios de comunicación de masas y las técnicas psicológicas y psiquiátricas de condicionamiento del comportamiento.
3. Formas de manipulación
En general, la manipulación es posible en toda área en que un individuo puede ejercer influjo sobre otro.
Debido a que el hombre se moldea a través de su entorno y por medio de diversos mecanismos de influencia, se reconoce la potencia de la manipulación. Sin embargo, existen ciertos espacios que, por sus características, son más fácilmente susceptibles al influjo manipulador. Estas áreas principales son:
1. Manipulación del ambiente
2. Manipulación de la cultura
3. Manipulación en educación
4. Manipulación económica
5. Manipulación política
6. Manipulación ideológica
7. Manipulación de la opinión pública
8. Manipulación de la autoridad
9. Manipulación en medicina y genética
10. Manipulación en el control de la conducta
Ferrero (1972) indica las diversas formas de manipulación:
a) Por razón del sujeto manipulador: puede ser individual o institucional el que intente manipular la libertad de los demás.
b) Por razón de sujeto manipulado: manipulación personal, social o ambiental, según se intente controlar la libertad a partir de la persona, del grupo social (entendido en sentido amplio) o del medio en que vive inmerso. A su vez, la manipulación personal puede ser somática o psicológica.
c) Por razón del modo como se realiza: puede ser manipulación mediata o inmediata, consciente o inconsciente, vulgar o científica.
d) Por razón de los efectos que va a producir en la persona o en el grupo manipulación inocua, perfectiva, la que corrige o mejora el modo de ser del sujeto manipulado, procurándole -según la estimación social establecida- un beneficio, aunque no sea eso lo que directamente busca el manipulador; también puede ser perjudicial si, además de manipular su libertad, le origina otros daños.
e) Por razón del fin que se propone el manipulador: manipulación necesaria; esto es, nace del contexto sociocultural en que vive el manipulador y el sujeto manipulado; útil, busca mejorar la situación del sujeto manipulado o la de ambos; terapeútica, con que se pretende curar, de alguna manera, al sujeto manipulado, enfermo o incapaz de guiarse normalmente por sí mismo en el uso de su libertad; experimental, en la que se desea experimentar prácticas o medicamentos que pueden resultar beneficiosos para el sujeto manipulado o para la humanidad; egoísta, o sea, cuando solamente busca la utilidad del sujeto manipulador sin tener en cuenta los intereses de los demás.
f) Por razón de los medios que se emplean para manipular: manipulación somática, psicológica, social, cultural, según se tengan en cuenta las leyes y condicionamientos que pueden influir sobre la libertad del cuerpo (medicamentos, operaciones, transplantes, drogas, etc.), del espíritu (métodos psicológicos y parapsicológicos en toda su amplitud) o del medio sociocultural (educación, medios de comunicación social, grupo, familia, ideología, utopías, etc.
g) Por razón de la moralidad: manipulación legítima y justificada (aunque se dude de su legitimidad), e inmoral, conforme al significado que normalmente se da estos términos.
4. Manipulación y poder
El deseo de poder estaría en la base psicológica de la manipulación. Es una tendencia a lograr el poder por el poder mismo. Entendido así, es un instinto fundamental de la vida psíquica humana en general; es, por otra parte -y como fácilmente podemos imaginar- el rasgo fundamental del carácter del individuo dominador. El dominador tiene un amplísimo campo de acción, pues las relaciones de poder impregnan toda la vida humana y alcanzan aún a los ambientes más modestos y limitados.
El deseo de poder se desarrolla frente a los hombres como frente a las cosas. El deseo de poder sobre las cosas es un instinto básico en el hombre y un motivo cardinal de la temática existencial. Al desarrollar técnicas, el hombre intenta proveerse de fuerzas para disponer de la naturaleza. Es uno de los rasgos de la personalidad del hombre dominador y del jefe innato: aparece en ellos como una aspiración natural y lógica.
Si el deseo de poder aparece con una fuerza e insaciabilidad que domina toda la vida psíquica, se denomina ansia de poder. «Ansia» se entiende como el no poder conseguir nunca bastante y que exige continuamente nuevas víctimas.
Lo contrario de ansia de poder es el instinto de sumisión, por medio del cual el individuo tiende a subordinarse a una autoridad: el instinto de sumisión.
5. La educación y la tentación manipuladora
La educación es un área particularmente apta para la acción manipuladora; un terreno especialmente sensible a esta posibilidad. No existe en la realidad una educación neutra. La educación por naturaleza es una actividad conducente al logro de objetivos, metas y fines; es decir; la educación es una actividad finalista. La educación en su conjunto es una influencia conciente e intencional; la que intenta influir en el ámbito de los actos de conciencia. Y si se suprime de la educación, este carácter intencional se convierte en una mera evolución psíquica o biológica. Las ciencias pedagógicas son un complemento de esta conciencia que se ha de presentar en la vida educativa en el más alto grado posible. Estas ciencias hacen que quien actúa de esta manera sea dueño de la influencia educativa que ejerce. En efecto, los conductores del sistema de educación y los educadores seleccionan y definen los fines, metas y objetivos que han de alcanzarse a través de ciertas etapas y mediante ciertos procedimientos técnicos. Saben lo que quieren lograr y saben cómo conseguirlo.
La manipulación es una distorsión del carácter finalista e intencional de la educación; es el abuso y exageración mecánica del carácter conductor del proceso educativo que no deja lugar a la autodeterminación personal y ahoga en el educando toda posibilidad de enfrentamiento creativo con la situación que vive.
La educación, tal como la conocemos hoy, utiliza técnicas que conducen a un cambio de comportamiento y actitudes. La sociedad contemporánea ofrece al educador métodos, instrumentos y sustancias químicas cada vez más poderosos, sofisticados y efectivos, para su uso tanto a nivel individual como en el manejo de las colectividades. La Psicología Social ha hecho grandes avances en las últimas décadas y, día a día, son más numerosos los aparatos e ingenios utilizados con particular provecho en el terreno de la instrucción.
Los resultados halagüeños de la aplicación de estos conocimientos, técnicas e instrumentos son una tentación para quienes se preocupan más de sus intereses propios que del desarrollo de la libertad individual y social.
La educación se da en el necesario encuentro entre dos personas libres; exige la presencia personal. «La presencia personal -escribe López Quintás-, no acontece únicamente en los momentos de cercanía emotiva en que dos personas parecen fusionar sus seres. Se logra a través del trauma de distanciamiento que impone el trato diario, con sus diversas ocupaciones de todo género. La verdadera presencia marca un instante de plenitud y despierta un sentimiento de exaltación personal y de gozo. Pero esta gozosa vibración exultante no debe ser confundida con el desbordamiento estático del instante romántico, visto como un acontecimiento singular y excepcional. La verdadera relación de presencia se gana pacientemente al hilo del decurso prosaico de los acontecimientos cotidianos».
Ahora bien: si sabemos que la mera participación en la vida social va conformando a las personas, con mayor razón aún el encuentro intenso, permanente y prolongado del educador y el educando influye en ambos sujetos (especialmente en este último), pues el educador está ahí precisamente para mostrar, orientar, sugerir, conducir, guiar; esta es su razón de ser. Sin embargo, el encuentro genuino entre estas dos personas-yo-tú- puede degradarse y llegar a reducirse a un trato manipulador del otro.
En resumen, la estructura de la interacción pedagógica es la que aprovecha el ánimo manipulador para transformar la colaboración en una acción ejercida sobre otro, incluso contra el otro.
La importancia que reviste la educación para la sociedad y para los gobiernos ha sido captada desde antiguo. La conciencia de la decisiva influencia de la educación en el presente y futuro de las naciones -y en su desarrollo social y económico- ha llevado a los gobernantes a preocuparse más y más por ella, a conducirla, estructurarla, regularla y controlarla, casi de modo absoluto. La dependencia del sistema educativo del sistema político es una debilidad más que ofrece la educación al propósito manipulador. La necesaria coordinación de una educación masiva que alcanza a millones y millones de personas, la inevitable regulación de la administración del sistema por la razón de la asignación de cuantiosos recursos económicos, disminuyen la posibilidad de que la educación se regule por sus más genuinos valores.
En la relación educativa participa un sujeto más maduro, experimentado y capacitado para ejercer un decisivo influjo sobre otro menos experto, lleno de insuficiencias y necesitado de ayuda: uno es fuerte y capacitado; el otro, débil y maleable. Esta relación desequilibrada se prolonga por años y en el sistema de educación formal, durante varias horas todos los días; además está reforzada por toda una organización configurada para apoyar y garantizar un resultado predeterminado, por la elección de contenidos educativos y por la utilización de instrumentos metodológicos y recursos didácticos que consolidan el influjo transformador. En fin, tenemos muchos recursos en las manos para hacer del educando lo que nos propongamos: o un ser pleno de libertad o un vestigio de hombre.
Si los responsables de la educación se guían por fines manipuladores, la organización de la educación resultante conducirá a la deshumanización de las estructuras directivas y a la violencia estructurada e institucionalizada.
En síntesis, la educación es campo fértil a los intentos manipuladores puesto que en ella están presentes los elementos propios de esta acción.
Referencias
Ferrero, F. 1972. «Manipulación del hombre y moral», Pentecostés 10:113-132.
López Quintás, Alfonso. 1980. Estrategia del lenguaje y manipulación del
hombre. Madrid: Narcea.
López Quintás, Alfonso. 1998. La revolución oculta. Manipulación del lenguaje
y subversión de valores. Madrid: PPC. 360 págs.
Escribe: Mauricio Pilleux
(Universidad Austral, Valdivia, Chile)