PARTICIPAR EN LA EUCARISTIA CON MAS FERVOR Y ASIDUIDAD
Volver a suscitar en el pueblo cristiano la fe, la maravilla y el amor por este gran sacramento, que constituye el auténtico tesoro de la Iglesia
«¡Con cuánta devoción -dijo el Papa Emérito Benedicto XVI, hablando de Juan Pablo II- celebraba la santa misa, centro de cada una de sus jornadas! ¡Cuánto tiempo pasaba en adorante y silenciosa oración ante el sagrario! En los últimos meses, su enfermedad le asimiló cada vez más a Cristo sufriente.
Impresiona el hecho de que a la hora de la muerte uniese la entrega de su vida a la de Cristo en la misa que se celebraba junto a su cama. Su existencia terrena se cerró en la octava de Pascua, precisamente en el corazón de este año eucarístico, en el que tuvo lugar el paso de su gran pontificado al mío. Con alegría, por tanto, desde el inicio de este servicio que el Señor me ha pedido, reafirmo el carácter central del sacramento de la presencia real de Cristo en la vida de la Iglesia y en la de todo cristiano».
El Santo Padre pidió que toda la comunidad eclesial participe «con la oración y la reflexión, aprovechando toda ocasión, evento y encuentro». Tras poner de relieve que en la reciente Jornada Mundial de la Juventud estuvo muy presente la Eucaristía, recordó la vigilia… «que tuvo su momento culminante en la adoración eucarística», así como la adoración continua, de día y de noche, en algunas iglesias.
«Confío en que, gracias al compromiso de pastores y fieles, en todas las comunidades la participación a la Eucaristía sea cada vez más asidua y fervorosa. Hoy, en particular, quiero exhortar a santificar con alegría el «día del Señor», el domingo, día sagrado para los cristianos. Me complace, en este contexto, recordar la figura de san Gregorio Magno. (…) Aquel gran Papa aportó una contribución de enorme importancia a la promoción de la liturgia en sus diferentes aspectos, y en particular, a la adecuada celebración de la Eucaristía».