El consumo de marihuana
Los efectos a largo plazo del consumo de marihuana entre los adolescentes
Un equipo multiinstitucional acaba de publicar en la revista ‘Pediatrics’ que examina el impacto del fumar marihuana contundente en factores como la función respiratoria y el desarrollo del cerebro en los adolescentes.
El investigador Ziyad Ben Taleb, la Universidad de Texas, director del Laboratorio de Investigación sobre la Nicotina y el Tabaco de la UTA y autor principal del estudio, señala que la investigación sobre las diversas formas de consumo de marihuana demuestra que cada método implica riesgos distintos.
«Los productos de marihuana vienen en diferentes formas, y como resultado, cada producto tiene su propio perfil de riesgo basado en sus características únicas y el método de administración –explica Ben Taleb–. «Los cigarros ‘blunts’ están envueltos con hojas de tabaco. Por tanto, además de marihuana, contienen niveles considerables de nicotina».
El estudio concluye que, debido a la exposición a la nicotina, el consumo de ‘blunts’ puede servir de puerta de entrada a otros productos de tabaco y nicotina, como los cigarrillos electrónicos, los puros y la pipa de agua. Estos productos aumentan el riesgo de que los usuarios sufran enfermedades respiratorias.
Otros riesgos mayores asociados al consumo de tabaco y marihuana en la adolescencia son la bronquitis crónica, el comportamiento adictivo y la vulnerabilidad a los trastornos mentales, subraya Ben Taleb. Aunque los peligros son significativos, muchas personas ven el consumo de marihuana como una actividad recreativa sin riesgos.
«Una idea errónea muy común, especialmente entre los adolescentes, es que el consumo de marihuana es completamente seguro y no tiene efectos a largo plazo –lamenta–. Esta noción ha sido sistemáticamente desmentida por numerosos estudios. Las pruebas acumuladas demuestran que el consumo regular de marihuana en la adolescencia se asocia con alteraciones de la conectividad de las regiones cerebrales implicadas en una amplia gama de funciones ejecutivas, como la memoria, el aprendizaje y el control de los impulsos».
Los investigadores esperan que su investigación sirva para fundamentar las acciones reguladoras y para ayudar a los profesionales de la salud pública a la hora de diseñar programas de prevención en las escuelas que eduquen a los jóvenes sobre los daños del consumo de marihuana y tabaco.
«Como especialistas en salud pública, nuestro objetivo no es limitar las libertades o los derechos individuales –señala Ben Taleb–. Nuestros objetivos son concienciar sobre la salud y garantizar que la información falsa no promueva percepciones perjudiciales y comportamientos de riesgo».
Fuera de algunas discusiones controversiales respecto al estatus adictivo de la marihuana, la evidencia muestra claramente que el uso a largo plazo de la marihuana puede llevar a la adicción. De hecho, aproximadamente el 9% de aquellos que experimentan con marihuana van a convertirse en adictos (de acuerdo a los criterios para dependencia del Manual diagnóstico y estadístico de desórdenes mentales, 4ta
edición [DSM-IV]. El número aumenta de 1 de 6 dentro de aquellos que empezaron a consumir marihuana durante la adolescencia y de 25 a 50% dentro de aquellos que fuman marihuana diariamente. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Uso y Salud del 2012, un estimado de 2.7 millones de personas de 12 o más años calzan dentro de los criterios del DSM-IV para dependencia de marihuana, y 5.1 millones de personas calzan dentro del criterio para dependencia de cualquier droga ilícita (8.6 millones calzan dentro del criterio para dependencia de alcohol). Hay también un reconocimiento de buena fe de síndrome de abstinencia (que incluyen irritabilidad, problemas para dormir, disforia, craving y ansiedad), que hacen difícil dejar el consumo, contribuyendo a su recaída. El uso de marihuana en adolescentes es particularmente problemático.
La vulnerabilidad de la adolescencia a consecuencias negativas derivadas del consumo de marihuana a largo plazo esta probablemente relacionado con el hecho de que el cerebro, incluyendo el sistema endocannabinoide, sufre un desarrollo activo durante la adolescencia es un hecho, un comienzo temprano y regular en el uso de marihuana predice un incremento en el riesgo de producir una adicción a la marihuana, lo que a cambio produce un aumento en el riesgo de usar alguna otra droga ilícita. Comparado a las personas que comienzan el uso de la marihuana en la adultez, aquellos que comenzaron durante la adolescencia son de 2 a 4 veces más proclives a manifestar síntomas de dependencia luego de 2 años después de su primer uso.
Uno de los estudios más impresionantes al respecto, realizado por más de 40 científicos de varios países, acaba de aparecer en la revista Journal of Neurosciences (enero 2019). Esta investigación, financiada por la Comunidad Europea, entre otras muchas de las instituciones que contribuyeron, se hizo en 46 adolescentes consumidores de marihuana no en grandes dosis. El estudio concluyó que incluso un consumo bajo producía anomalías en la formación del cerebro y que esto generaría disminución de las habilidades de aprendizaje, presencia de mal humor e indecisión respecto al cómo actuar.
Otro gran estudio [Zalesky et al. (2012) Effect of long-term cannabis use on axonal fibre connectivity. BRAIN, Journal of Neurology, 135; 2245–2255] explica por qué con el consumo de marihuana disminuye la capacidad cognitiva, especialmente la atención y memoria: la principal causa de la disminución de la memoria y aprendizaje es la disminución de las fibras de conexión. Nuestro cerebro es una inmensa “red de circuitos”, en donde cada área y su respectiva función están interconectadas. Fumar marihuana antes de los 20 años conlleva una disminución de hasta un 80 % de las fibras que conectan el precuneus –la zona del cerebro que coordina información que viene de todas partes del cerebro– con el hipocampo, que es la zona involucrada en la formación de nuevos recuerdos, orientación espacial y memoria.